jueves, 25 de diciembre de 2008

Mujer





Había una vez el dolor de perder la imagen en el tiempo y la dulzura de recobrarla en la memoria. Había una vez, entonces, una imagen, su pérdida en el tiempo y el recuerdo. Y un mundo en el que esos avatares se hacían historia para cada uno.

En esa vez, como también ahora y siempre, las mujeres sabíamos que éramos mujeres. Pero la condición de tales no dependía solamente de la imagen.( Tampoco, claro, las otras condiciones.) El reino del hogar, el espacio artesanal de las tareas cotidianas, coser, bordar, cocinar, limpiar: metafóricamente, escribirnos a nosotras y a los otros, nos daba la posibilidad de hacer la historia de nuestra imagen casi sin darnos por enteradas, como una más de las trabajosas actividades diarias.

Era la época de la Mujer Fatal, inalcanzable en su otro reino, la que condensaba en un gesto, lo esperado por muchas. La que aún con defectos, nariz demasiado recta, cadera ancha, hacía soñar con su mirada misteriosa y sugerente susurro. Puro charme. La mujer con charme lograba habitar la imagen que le tocara en lo que ésta tiene de Destino y sostenerla en el relato propio, único y personal que hiciera de su vida. Después, el ostracismo, o el destino trágico.
Mientras, las demás, artesanas del hogar, cuchicheaban en la sala y espiaban en las costuras para ver las construcciones por su reverso..

No hay comentarios: