domingo, 7 de febrero de 2010

Tips para viajeros exigentes





Cuando era chica y me preguntaban qué quería ser de grande, respondía actriz, o turista. No importaba cuantas veces me dijeran que turista no era un oficio rentable yo continuaba pensando que era, junto con la actuación, el mejor de todos.
El tiempo pasó y hoy me encuentro estudiando algo que dificilmente podamos relacionar con todo eso, pero continúo pensando que lo del turista, es sin dudas, cosa seria.

Un buen viajante es neutral; sea cual fuere la ciudad a la que arribe, éste adapta y modifica en la medida de lo posible sus costumbres a las del nuevo territorio.
Mucho más tarde entendí, que mi fascinación por viajar, tenía lugar gracias a los aeropuertos y los hoteles o viviendas nuevas: el famoso cambio de aire.
Los aeropuertos son, a mi entender, lugares de nadie que muchos tuvimos la suerte de habitar por efímeras horas. Son no-lugares de pertenencia, como los supermercados.
Particularmente estos no-lugares me generan ese "no se qué". Me gustan los aeropuertos porque no tienen toques personales de nadie. Me gustan, también porque generan en mi la sensación de que nada puede pasar: estamos entre el comienzo o el final de algo.

Desde chica mi mamá suele hacer un pequeño juego antes de cruzar la línea amarilla de "Pasajero en Tránsito". Ella fue quien generó en mi la fascinación por esta zona de carácter neutral.

Nos gustaba detenernos antes de cruzarla para despedirnos del territorio anterior.

Desconfío de las notebooks y los elementos de distracción en estas ocasiones, como el Sudoku o las Sopas de Letras; sólo se esta permitido algún "soundtrack" acorde (tengo el mio propio, claro) y considero casi imperdonable el shopping antes de emprender viaje- exceptuando causas mayores (turista dominguero comprador compulsivo de perfumes without taxes, abstenerse).
Cuando hay demora, en cambio, me detengo a observar a cada individuo.Con el tiempo y los viajes aprendí a diferenciar el viajero frecuente del turista y dificilmente me equivoco en estos casos. Los que alguna vez tubieron la oportunidad de viajar solos sabrán de lo que estoy hablando. Juego a adivinar cuál será su destino final y motivo de viaje. A veces, esto es evidente y otras se hace tan difícil que termino dandome por vencida.
Eso sí, en el avión, lejos de gustarme y aún más de relajarme sufro como loca y al pisar tierra disfruto mi casa como prometiendome nunca más avandonarla por tanto, tantisimo tiempo; claro que eso no sucede y en cambio entonces vuelvo a pensar que tengo tantas valijas como patas el cienpiés y Sudoku para rato.